Está en la conciencia colectiva de la sociedad en la que vivimos el concepto de que sólo se levantan aquellos colectivos (ya sean minorías, movimientos socio-políticos, pueblos con o sin estado…) que más opresión sufren. Y quizás sea así, pero sólo ocurre cuando ese colectivo se encuentra organizado, formado y consciente de cuál es el enemigo.
Y esa es la necesidad en la que nos encontramos la juventud andaluza. Vivimos en una sociedad en la que hay quien se enorgullece de que las barreras entre ambos sexos han desaparecido, que sólo hay algunas astillas que lijar. Por otro lado, no hacemos más que recibir mensajes que nos dicen en qué debemos trabajar, cómo nos debemos comportar, cómo nos debemos relacionar, qué cosas nos tienen que gustar, etc. en función de los órganos sexuales con los que nacemos.
En definitiva, nos encontramos con una sociedad en la que las y los jóvenes estamos enseñados a comportarnos de manera diferente. Si durante siglos las diferencias entre sexos han sido las que han sustentado las desigualdades del sistema patriarcal, ¿Cómo puede haber desaparecido esta situación de desigualdad si los pilares que la sostienen no lo han hecho? La propia pregunta en sí da la respuesta, porque seguimos viviendo en una sociedad machista. La diferencia con épocas anteriores es que ahora vivimos en una fase de consentimiento.
Es decir, ya no se castiga un comportamiento que pueda ser incorrecto desde la óptica de la ideología dominante, sino que los valores son introducidos en nosotras y nosotros de tal manera que los aceptamos como legítimos, en algunos casos casi como un derecho que se ha ganado. ¡Y hasta los defendemos! Entonces claro, con esa situación, si una persona no percibe que está siendo reprimida y discriminada, no puede rebelarse contra ese sistema que lo hace. Cuanto más introducida está en él, menos rebelde será.
No nos gustaría caer en la falacia de decir que las jóvenes se encuentran en una posición claramente discriminatoria con respecto a los jóvenes. Pero no tenemos más remedio que hacerlo, ojalá no tuviésemos. Si quien lee esto piensa que nos equivocamos, simplemente que revise los datos cuantitativos en la actualidad entre ambos sexos. Si esto aún no le sirve, que se plantee en cómo trata a quienes le rodean, si hay diferencia en cómo trata a un chico o a una chica, si espera de ellas un comportamiento determinado y de ellos otro. Si encuentra alguna contradicción entre que lo que puede hacer una persona de un sexo concreto es igualmente válido para la del otro sexo.
¿Lo entiendes ahora? Precisamente este tipo de diferencias son las que han servido al machismo durante todos estos siglos y milenios para someter a las mujeres o a todo aquello que se saliese de los valores preponderantes. Lo único que ha cambiado es la estrategia y además se le ha añadido una capa de chapa y pintura para que no sea tan descarado. Pero esto no es culpa de unos pocos políticos o empresarios machistas que se aferran a su situación ventajosa como probablemente se piense, esto es culpa de cada una y cada uno, que reproducimos una y otra vez los patrones de comportamiento patriarcales. Te volvemos a instar a la reflexión interna si consideras que estás exenta o exento.
Retomando lo que hemos dicho al principio, si se levanta quien está organizado, formado y consciente, nos vemos en la necesidad de ir en esta dirección para conseguir la liberación nacional, social y de género de nuestro país. Regañar a tu amigo el que hace chistes machistas o tomar el control de tu propio cuerpo más allá de los cánones es un trabajo personal muy válido y necesario, pero debe ir acompañado de un trabajo colectivo con otras personas. Además ese trabajo personal se verá fuertemente mejorado y reforzado, ya que uno de los primeros objetivos para acabar con las desigualdades y la pasividad ante éstas es la ruptura entre vida privada y pública.
El propio Marx dijo queel mismo hecho de luchar ya era liberador, por lo que supone romper con las cadenas de nuestra vida, que son muchas y además están interrelacionadas. El patriarcado nace como primera propiedad privada (mujer propiedad del hombre), por lo cual machismo y capitalismo están íntimamente ligados. Luchar contra el capitalismo es luchar contra el machismo, luchar contra el machismo es luchar contra el capitalismo, pero si estas luchas van de la mano será cuando realmente la lucha es revolucionaria y traerá los cambios que necesitamos. En resumen, si mayor es la opresión o mayor es la ocultación que se hace de ésta, mayor es el grado de dificultad que supone percibirla y rebelarse contra ella. Pero también es cierto que una vez identificada mayor es la rebeldía que levanta. El camino es la auto-organización, la formación y la concienciación.
Una mujer que lucha es una mujer libre. Una andaluza libre es una Andalucía libre.
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